Tienen, al igual que las Sirenas, la triste costumbre de atraer con su canto a cualquiera que navegue cerca de ellas, hipnotizándolo con su melodía hasta hacerlo naufragar.
A veces, sucede que una Ondina se enamora de un navegante o un habitante de las orillas del lago, y en general estos amores culminan en tristes desgracias. Adoran las perlas, que consideran un don preciado y mágico, y antiguos textos manifiestan que son el legado que los humanos debían ofrecerles para obtener su amor, incondicional y eterno aunque peligroso. Las ondinas tienen una función primordial: limpiar la contaminación del lugar en el que viven.
Para pedir su ayuda, basta con tirar perlas a un lago. Ellas se convertirán en eternas e incondicionales aliadas de quien realice esa ofrenda.
(Fuente: Predicciones Extra)
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