viernes, 15 de febrero de 2013

ASTROLOGIA: EL SIGNO ASCENDENTE



Muchas personas que están incursionando en el mundo de la astrología se preguntan ¿qué es el signo ascendente? ¿Cómo se relaciona con la vida y el futuro? ¿Cómo influye en la personalidad?
El ascendente es el signo que ascendía en el horizonte en el momento del nacimiento de una persona. Por eso, para determinar con exactitud su posición en una carta astral es necesario saber el lugar y la hora exactos de nacimiento. En general, está en armonía con el signo solar, lo que fortalece y aumenta las características natales, pero también puede ocurrir lo contrario: que el signo solar y ascendente resulten opuestos, como Aries y Libra, por ejemplo. En ese caso, la persona sufrirá conflictos derivados de la oposición entre su forma de actuar y su verdadera esencia.
La astrología moderna sostiene que  el ascendente está relacionado con el destino, es decir, con escenas y situaciones forjadas a lo largo de nuestra vida. Es, por lo tanto, un aprendizaje que se va realizando poco a poco a lo largo de la existencia; conocer el signo ascendente puede ayudar a alguien a descubrir una nueva dimensión de sí mismo, para otorgar sentido a su vida y prevenir dificultades futuras.

LAS CONSTELACIONES DEL ZODIACO




Una constelación es una agrupación convencional de estrellas fijas según un esquema, que resulta útil para delimitar una zona del cielo y forman figuras relacionadas con personajes u objetos, habitualmente mitológicos, que les prestan su nombre. 
Hoy se reconocen 88 constelaciones en la bóveda celeste, y a cada una le corresponde una región del cielo. Las más conocidas son las del Zodíaco, que pueden ser vistas tanto desde el Hemisferio Norte como desde el Hemisferio Sur. 
Existe una teoría que los nombres de estas constelaciones derivan de la historia de Jasón y los Argonautas en su viaje de búsqueda del vellocino de oro.
La constelación de Aries está representada por el carnero con el que viajaron los hermanos Frixo y Hele cuando huyeron de su país; Tauro, el toro, es la forma que adoptó Zeus cuando raptó a Europa; Géminis son los gemelos Cástor y Pólux; Cáncer es el cangrejo que luchó contra Hércules; Leo es el León muerto en las manos de Hércules; Virgo es representado por Astrea, la única diosa virgen; Libra es la balanza, la diosa de la justicia; Escorpio es el escorpión que Artemisa, la diosa, envió contra el gigante Orión; Sagitario es el centauro Quirón; Capricornio es la cabra que amamantó a Zeus; Acuario es el aguador, un joven bello que enamoró a Zeus; y por último Piscis está representado por Ares y Afrodita, quienes al huir del titán Tifón adoptaron forma de peces.

martes, 22 de enero de 2013

DOS POEMAS FUTURISTAS



Les compartimos dos poemas futuristas de Filippo Tomasso Marinetti (1876-1944), escritor y activista político italiano, fundador y principal exponente del futurismo.
Marinetti nació en la ciudad egipcia de Alejandría el 22 de diciembre de 1876, y estudió tanto allí como en París, Padua y Génova, universidad ésta última por la que se licenció en Derecho en el año 1899. Alternó periodos de residencia en Francia con otros en Italia, y escribió una parte de sus obras en francés.

Abrazarte
Cuando me dijeron que te habías marchado
Adonde no se vuelve
Lo primero que lamenté fue no haberte abrazado más veces
Muchas más
Muchas más veces muchas más
La muerte te llevó y me dejó
Tan solo
Tan solo
Tan muerto yo también
Es curioso,
Cuando se pierde alguien del círculo de poder
Que nos-ata-a-la vida,
Ese redondel donde sólo caben cuatro,
Ese redondel,
Nos atacan reproches (vanos)
Alegrías
Del teatro
Que es guarida
Para hermanos
Y una pena pena que no cabe dentro
De uno
Y una pena pena que nos ahoga
Es curioso,
Cuando tu vida se transforma en antes y después de,
Por fuera pareces el mismo
Por dentro te partes en dos
Y una de ellas
Y una de ellas
Se esconde dormida en tu pecho
En tu pecho
Como lecho
Y es para siempre jamás
No va más
En la vida
Querida
La vida
Qué tristeza no poder
Envejecer
Contigo.


Ahora les presentamos una oda al acero, al estruendo, al fuego, al motor. Hemos de situarnos en el contexto en que se escribió, a principios del siglo XX, cuando los coches no eran tan habituales y constituían un emblema de la técnica más moderna.  

 “La canción del automóvil”.
“¡Dios vehemente de una raza de acero,
automóvil ebrio de espacio,
que piafas de angustia, con el freno en los dientes estridentes!
¡Oh formidable monstruo japonés de ojos de fragua,

nutrido de llamas y aceites minerales,
hambriento de horizontes y presas siderales
tu corazón se expande en su taf-taf diabólico
y tus recios pneumáticos se hinchen para las danzas
que bailen por las blancas carreteras del mundo!
Suelto, por fin, tus bridas metálicas.., ¡Te lanzas
con embriaguez el Infinito liberador!
Al estrépito del aullar de tu voz…
he aquí que el Sol poniente va Imitando
tu andar veloz, acelerando su palpitación
sanguinolento a ras del horizonte…
¡Míralo galopar al fondo de los bosques!...
¡Qué importa, hermoso Demonio!
A tu merced me encuentro… ¡Tómame
sobre la tierra ensordecido a pesar de todos sus ecos,
bajo el cielo que ciega a pesar de sus astros de oro,
camino exasperando mi fiebre y mi deseo,
con el puñal del frío en pleno rostro!
De vez en vez alzo mi cuerpo
para sentir en mi cuello, que tiembla
la presión de los brazos helados
y aterciopelados del viento.
¡Son tus brazos encantadores y lejanos que me atraen!
Este viento es tu aliento devorante,
¡insondable Infinito que me absorbes con gozo…
¡Ah! los negros molinos desmanganillados
parece de pronto
que, sobre sus aspas de tela emballenada
emprenden una loca carrera
como sobre unas piernas desmesurados…
He aquí que las Montañas se aprestan a lanzar
sobre mi fuga capas de frescor soñoliento…
¡Allá! ¡Allá! ¡mirad! ¡en ese recodo siniestro!...
¡Oh Montañas, Rebaño monstruoso, Mammuths
que trotáis pesadamente, arqueando los lomos Inmensos,
ya desfilasteis… ya estáis ahogadas
en la madeja de las brumas!...
Y vagamente escucho
el estruendo rechinante producido en las carreteras
por vuestras Piernas colosales de las botas de siete leguas…
¡Montañas de las frescas capas de cielo!...
¡Bellos ríos que respiráis al claro de luna!...
¡Llanuras tenebrosas Yo os paso el gran galope
de este monstruo enloquecido… Estrellas, Estrellas mías,
¿oís sus pasos, el estrépito de sus ladridos
y el estertor sin fin de sus pulmones de cobre?
¡Acepto con Vosotras la opuesta,... Estrellas mías …
¡Más pronto!... ¡Todavía más pronto
¡Sin una tregua¡ ¡Sin ningún reposo
¡Soltad los frenos!... ¡Qué! ¿no podéis?...
¡Rompedlos!... ¡Pronto!
¡Que el pulso del motor centuplique su impulso!
iHurral ¡no más contacto con nuestra tierra inmunda !
¡Por fin me aparto de ella y vuelo serenamente
por la escintilante plenitud

de los Astros que tiemblan en su gran lecho azul!